Mi trabajo de tesis, se centraba sobre un estudio de interacción comunicativa dentro de las aulas de un Liceo. Yo tenía la tarea de observar la manera en la que el profesor conducía su lección e intentar comprender la dinámica de comprensión e interiorización por parte de los alumnos. He estudiado comunicación verbal, no verbal, paralingüística, PNL (Programación Neurolingüística) y al final, la conclusión de todo era la mas simple de todas: la comunicación exacta no existe.
El buen profesor tiene una habilidad sobre todas: es atento, se da cuenta de las situaciones, escucha, tiene la capacidad de cambiar de repente su actitud, su programa, su ritmo y sabe adaptarse con precisión a las exigencias del grupo.
La verdad es que yo fui una alumna con mucha suerte porque casi todos mis profesores de lenguas han sido un modelo importante para mi. Quien porque era muy preciso y conocía muy bien la materia, quien porque nos divertía, quien porque conocía mil maneras para involucrarnos.
Sin embargo, el mejor profesor fue el que me ha hecho enamorar del idioma.
Podemos quedarnos aquí horas e incluso semanas a discutir sobre la mejor técnica para enseñar español, tiempo que seguramente nos dotará de instrumentos imprescindibles para convertirnos en profesores de puta madre. A pesar de eso, estoy convencida de que el motor de donde todo debe empezar es una pasión ilimitada por el idioma y todo lo que de ese procede: modismos, variantes, usos, acentos, cultura, literatura, música. Somos profesores de español que sabemos “enamorar” cuando todo lo que les decimos a nuestros alumnos les llega con energía y con un empuje nuevo todos los días. Yo sigo acordándome de cómo le brillaban los ojos a mi tía (que fue incluso mi profesora de español) cuando nos hablaba de Unamuno. Me ha venido la piel de gallina después de 11 años solo pensando en eso. Y creo que es exactamente esto que debe quedar. Piel de gallina.
Por supuesto la competencia lingüística, la capacidad de explicar, la versatilidad de métodos y la preparación comunicativa, informática, bibliográfica y de medios son elementos que no pueden faltar. Sin embargo, resultan estériles si no brotan por el deseo de compartir esa pasión.
Me acuerdo también de una profesora que se ha quedado una de las muchas, que no me ha dejado “ese sentido de poder” que los demás alcanzaron transmitirme. Enseña español, tiene también una pasión por lo que hace, está bastante preparada, algunos la quieren mucho y por cierto debe de hacer bien su trabajo para tener reconocimiento.
El problema es que a mí ella me “ha dado igual”, no ha dado el cien por cien. No me ha dado confianza, no se ha dejado transportar, ha estructurado todo bien pero no ha dejado espacio para ponerle el alma en lo que hacía. No ha compartido todo lo que sabía, no se ha desnudado de sus saberes, de sus conocimientos, siempre me ha dado la impresión que lo mejor se lo guardaba para si misma. Quería ser la mejor, quizá tenía miedo de que algunos alumnos hubieran podido sobrepasarla y alcanzar más de cómo ella pudo alcanzar.
Esos celos me molestan mucho. Representan algo del que el profesor tiene que olvidarse.
Si yo alumno me doy cuenta de que tu, prof, quieres limitarme, dejo de creerte.
Este lo pondría en mi ABC: ofrecerse enteramente, ponerse en servicio, hacerse disponibles, dejar entender que somos los primeros aficionados. Profesores que creen en ti, profesores que transmiten, profesores que enamoran.
Muy interesante el tema sobre el cual realizaste tu tesis. ¡Le va como anillo al dedo a esta primera tarea!. Me ha llegado sobre todo esa imagen con la cual nos describías a tu tía: le brillaban los ojos. Lo he visto en algunos profesores, de diversas materias. Y aunque la materia en sí no fuera una de mis preferidas, como por ejemplo matemáticas, debo decir que ver tal pasión conseguía capturar mi atención. Conseguía hacer de las matemáticas algo atractivo, algo que nunca antes habría imaginado.
RispondiEliminaEn esos momentos es natural preguntarse cual misterio hay detrás de los ojos que brillan. La imagen de un profesor que inspira esa curiosidad es una de las más intrigantes que me han pasado por la cabeza al desarrollar esta tarea. ¡Gracias por tu comentario Susana! Hasta mañana :)
EliminaMuy bonita y emocionante tu entrada Eleonora. Pero no sólo. Tocas un aspecto fundamental que tiene que tener todo el que se dedica a nuestra profesión, como decía hace poco en Facebook, la mejor del mundo. Y es que tenemos que tener una carga especial, tenemos que tener lo que los flamencos llaman "duende", que en nuestro caso no es otra cosa que amor y dedicación por lo que hacemos. Sólo te digo que después de casi 30 años dedicándome a enseñar ELE me sigo emocionando cuando empiezo un curso, cuando voy a dar la primera clase a un grupo de alumnos que esperan de mí aprender una lengua nueva con todo lo que ello conlleva. Y eso lo tenemos que demostrar, nuestros alumnos se tienen que dar cuenta de ello.
RispondiEliminaMucha suerte con el curso y nos vemos el lunes :)
Muchas gracias Carmelo :) ¡Qué interesante este significado de "duende"! He buscado la definición en el diccionario de la RAE y dice "encanto misterioso e inefable"... no sé si era esta la imagen evocadora en la que pensabas tu pero creo que transmite perfectamente el sentido más profundo de la carga especial que los profesores tenéis.. y quizá tendremos ;) como poetas, como guías, casi profetas. Hasta mañana y muchas gracias por tu comentario :)
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