Con retraso me dedico a reflexionar sobre la Jornada dedicada a la “comprensión y expresión” (escrita, lectora y oral), después de dar una ojeada mas profundizada al material del curso y a los ejercicios propuestos. Habría mucho sobre el que discutir. Por ejemplo, lo interesante que he encontrado la estructuración de las tareas según un orden de tres partes: pre- actividad, actividad y post – actividad. Nunca había pensado que este rigor en la definición de una clase puede ayudar tanto a desarrollarla con coherencia y criterios establecidos. Descubrir poco a poco el procedimiento de organización de las tareas me ha tranquilizado mucho: plantear la clase y disponer el material es la parte que mas me preocupa, ese es el momento en el que se nota la diferencia entre los profes organizados y los que no saben ni donde empezar. Pero este era un ejemplo y nada mas.
El tema que mas me interesa en este discurso sobre la “expresión”, es todo lo que pertenece a la búsqueda de creatividad.
La viñeta de Forges se me ha quedado pegada en la mente por unos días. Es como si me hubiese abierto los ojos sobre lo que hoy día se supone que un profe de ELE sea: animador, educador, actor, psiquiatra, diseñador, escritor, gesticulador, paseante… prácticamente todo. ¿Cómo podría uno ser profesor si le faltara esa dosis de creatividad que resuelve las mayores complicaciones de la profesión?
De todos modos, si hablamos de creatividad, tenemos que declinar sus ámbitos de referencia: primero, el profesor debe tener seguramente una predisposición personal, un profesor sin un poco de libertad creativa (o por lo menos que tampoco se dedique a adquirirla) no puede ir lejos, se convertiría en un pesado monótono y la clase se llegaría a ser un aburrimiento fatal.
En segundo lugar, hay que pensar que la creatividad del profe, además de ser útil para el desarrollo de la clase (ser carismático y arrollador) tiene que ser empleada para la selección de tareas y actividades divertidas que tengan un fin muy claro. El profe aquí se convierte también en un clarividente porque debe hacer hipótesis sobre el éxito de la actividad.
Por último, lo que yo considero extremadamente importante, es enseñar la creatividad, o sea transmitir a los alumnos ese poder de creación que representa una competencia sin precio por todo lo que desearán hacer en la vida. Me acuerdo que cuando estudiaba en el liceo, durante las interrogaciones orales, mis profesores en vez de corregirme me sugerían de buscar otras maneras para decir la misma cosa, si no conocía la palabra me invitaban a encontrar un atajo, un agarradero, una estrategia de cualquier tipo para conseguir expresar lo que quería decir. Luego, en la universidad, la profesora de Didáctica de las lenguas extranjeras nos dijo que la comunicación lingüística está llena de obstáculos y que la manera de seguir el camino no era únicamente saltarlo sino encontrar el método mas práctico para ir mas allá: paráfrasis, errores, ejemplos. Todo puede ser útil para crecer comunicativamente, aún equivocarse.
Por lo tanto la creatividad es la puerta abierta hacia la experimentación, con la creatividad se puede jugar con la lengua, imaginar todo lo que se puede hacer con la lengua, con la creatividad animamos a nuestros alumnos, les contagiamos el deseo de viajar, conocer e ir mas allá de sus horizontes. Es indispensable la creatividad para enseñar, es imprescindible para crear lengua.
El pensamiento creativo es un tema cautivador a todos niveles.
He encontrado muy curioso el artículo de Juan de Dios López Rael que habla de las claves sobre el pensamiento lateral teorizadas a través de Seis sombreros para pensar por Edward de Bono. A seis sombreros de diferentes colores se le asocia un pensamiento “para crear”. El autor, profesor de español, lo propone como método para ver con cuantos estilos diferentes los alumnos pueden acercarse al análisis de una tarea y consecuentemente trabajar sobre esa.
A cada sombrero, y por lo tanto a cada pensamiento, se le asocia un color que representa el estilo de cada uno:
Sombrero blanco para acumular información y luego seleccionar lo mas interesante.
Sombrero verde para el pensamiento creativo, imaginar posibilidades para crear.
Sombrero negro para pensar de forma critica y mejorar.
Sombrero rojo para el pensamiento intuitivo donde subjetividad y emociones tienen un papel importante.
Sombrero amarillo para el pensamiento operativo de quien planifica y juega con las opciones.
Sombrero azul es la coordinación, función del profe que a veces puede ceder a los alumnos para juegos de rol.
Ese cambio de perspectiva es un primer paso para cambiar la visual y ver las cosas con un sombrero de mil colores.
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